Tengo miedo


El sábado viví un día de contrastes, empezó mas o menos, continuó muy bien, iba a finalizar mal y terminó peor.

Antecedentes
Yo nunca he sido la mejor persona cuidando su coche. Siempre que he tenido problemas con mi auto tardo en arreglarlo o lo hago a medias y eso luego acarrea otros problemas. Hace aproximadamente un mes mi auto empezó a hacer un zumbido raro cuando iba a más de 100 km/h. Fuera del ruido nada parecía extraño pero luego comenzó a ser más fuerte el ruido y a menos velocidad. Lo llevé a un taller donde me dijeron que era el balero y se lo cambiaron pero el ruido seguía. El mecánico me dio una explicación ilógica respecto a la falla real y lo llevé a otro taller.

En el otro taller lo tuvieron dos días checándole el extraño ruido e incluso le hicieron algunas pruebas con piezas de refacción para descartar que fuera la felcha de dirección. Resultó que el desperfecto surgía del engranaje dentro de la caja de velocidades con la flecha. Quedé de enviárselo la siguiente semana y me comentó que no había problema siempre y cuando no lo corriera a más de 60 km/h. Así lo use un par de semanas.

La Situación
El sábado Erika (mi novia) había planeado una tarde con varios amigos (Diogny, Diego, Yezmín y Toño) para ver películas y luego irnos a una fiesta en la noche a la que nos había invitado Farideé en su casa. En la mañana me dirigí a la casa de Erika en Polanco y al entrar a Río San Joaquín, mi auto comenzó a frenar muy raro... como si estuvieran bajos los frenos. No me preocupé mucho porque eso había pasado un par de veces antes y con tenerlo parado un par de minutos y checando el nivel del líquido de frenos, quedaba resuelto. Al llegar a su casa chequé el nivel del líquido de frenos y le faltaba poquito; lo rellené y como no tenía pensado moverlo en toda la tarde, dejé de preocuparme.

Vimos las películas y la tarde estuvo muy a gusto. La reunión fue muy relajante y ya entrada la noche nos dispusimos a ir a casa de Farideé. Fuimos primero caminando por provisiones y solo regresamos Erika y yo a la casa para que ella se cambiara y ya luego nos íbamos. Ya estando en el coche para ahora sí irnos, probé lo frenos y seguían igual de mal que cuando había llegado y el ruido que hacía era muy fuerte ya.

Tomamos la decisión de no ir a la fiesta y resolví llevarme a muy baja velocidad mi coche a mi casa para dejarlo con el mecánico. Tomé la ruta acostumbrada yendo por Arquímedes para ingresar a Río San Joaquín e luego al Viaducto Bicentenario... me quedaban 10 minutos antes de que lo cerraran. Justo antes del último puente, sentí un tronido en la llanta y se movió la dirección muy feo, a pesar de que iba como a 30 km/h. Alcancé a tomar la última salida a la lateral, justo enfrente de la Vocacional 2 del IPN y decidí dejarlo en la primera calle (o sea, aquí) que no estaba a más de 50 metros de dónde se oyó el tronido. Así lo hice y afortunadamente había varios autos estacionados que harían parecer que el mío era uno más. Ya para eso era medianoche.

La Complicación
Obviamente mi preocupación se centraba en qué pasaría con mi auto. Tenía poco efectivo (como 10 pesos) y llevaba mi computadora en una maleta. El metro Cuatro Caminos se encontraba a solo dos cuadras. Me dirigí a Ingenieros Militares rumbo al metro y mientras, me comunicaba a mi casa y con Erika para ver qué era más fácil, si irme a mi casa en pesero o regresarme a casa de Erika en Polanco. Hice una par de llamadas al respecto y ya había decidido irme a mi casa y, por consiguiente, a tomar un pesero en los derroteros del metro. Justo al terminar la última llamada y cuando estaba aquí vino lo peor.

Me encontré a 4 policías con pasamontañas que me abordaron y me dijeron que me iban a revisar; adelante, justo antes de cruzar la calle, había una camioneta con celda de la policía. Me pidieron una identificación y le di mi credencial de elector.
- ¿Quién eres? ¿A qué te dedicas?
- Soy consultor.
- ¿Y eso qué es?
- Doy asesorías a empresas.
- ¿De dónde vienes y a dónde vas? ¿Qué traes en esa mochila? Abre tu mochila– me hacen varias preguntas a la vez.
- Mi coche me dejó tirado, voy a metro para regresarme a mi casa. Traigo mi computadora y unas películas en mi maleta. – Me la quitan para revisarla.
- ¿De dónde venías? ¿Dónde está tu coche? ¿Dónde vives? – Siguen preguntando varios a la vez.
- Venía de casa de mi novia. Vivo en Satélite.
- ¿Qué más traes? Sácate todo lo que traigas en la bolsas – Comienzo a vaciar mis bolsillos, solo traía mi cartera, unas monedas y mi celular.
- Voltéate, te vamos a revisar – Me empiezan a catear. Mi celular está encima de la barra de un puesto callejero y empieza a vibrar indicando que estoy recibiendo una llamada.
- Me están llamando, déjeme contest..
- No te muevas, no te voltees, cuando terminemos les contestas – Siguen cateándome y otro revisa mi maleta comprobando lo que tenía. Yo volteaba de reojo para ver si no le metían algo adrede.
- No voltees, tú coopera y no te va a pasar nada. Es por tu propia seguridad. ¿Dónde está tu coche?
- Lo dejé a una cuadra de aquí, en la calle paralela a ésta. – Yo ya estaba muy nervioso y empezaba a respirar más rápido.
- ¿Porqué lo dejaste ahí? ¿De donde venías?
- De casa de mi novia. Se descompuso mi carro cuando venía regresando a mi casa
- ¿Dé qué se descompuso, qué le pasó?
- Se le zafó la flecha, apenas lo alcancé a estacionar.
- ¿Es tuyo el coche?
- Sí. Ya está sonando otra vez mi teléfono, déjeme contestas que las personas que me están hablando se van a preocupar.
- Déjalo sonar, luego les contestas – Uno de ellos toma mi celular y temo que sea él quien conteste la llamada - ¿A dónde ibas caminando? – Terminan de catearme y revisar mi maleta, sin embargo no me permiten darle la vuelta. El que tomó mi celular lo vuelve a poner en la barra.
- A mi casa, a tomar un pesero para irme a mi casa. – Se oyen cuchicheos entre los demás y entonces me permiten darme la vuelta. La puerta de la celda de la camioneta de policía ya estaba abierta.
- Súbete, vamos a ver lo de tu coche si no traes drogas – Me devuelven mis cosas y me empujan a la camioneta.
Me suben a la celda y me siento en el único lado que tiene asientos y se suben otros dos policías que no eran de los primeros cuatro que me empezaron a revisar.
- No, tú no te sientes... al suelo – me ordena. Me pongo de rodillas para sentarme en el suelo.
- ¡No, agáchate! – Me agacho en el suelo y el otro policía me pone la mano en la nuca para que no alce la cabeza.
- ¿Qué me están haciendo? – Me empiezo a asustar más
- Tú tranquilo, tú coopera y no te va a pasar nada.
- Pero tengo mucho miedo, no sé que me están haciendo.
- Es por tu seguridad – Trato de alzar la cabeza – ¡No, agáchate! Es por tu seguridad – La camioneta se pone en movimiento y comienzan otra vez las preguntas.
- ¿Cómo te llamas?
- David Arturo Balcázar Amador.
- ¿A dónde ibas?
- A tomar un pesero a mi casa – Trato de tomar mi celular para ver quién me había llamado.
- ¡No te muevas, tú coopera! – Me toma la mano para que no saque mi celular de su funda. - Mira, si te pones duro, te vamos a tratar duro – me suelta un manotazo un poco fuerte en la espalda – pero si te pones suave, te tratamos suave – me da un manotazo más sueva del otro lado de la espalda - ¿entiendes?
- Sí, yo he cooperado en todo lo que me han dicho, pero tengo miedo.
- ¿Por qué tienes miedo?
- Pues se oyen tantas cosas en las noticias que...
- ¿Qué cosas se oyen en las noticias? – me interrumpe.
- Pues muchas cosas, de secuestros, cateos, etc. Hace que uno ya no pueda confiar en nadie y yo tengo miedo. No sé qué me están haciendo.
- Tú no te preocupes, solo vamos a revisar lo de tu coche y ya. ¿Dónde dejaste tu coche?
- Lo dejé en la calle paralela a donde me encontraron.
- ¿Qué coche traías?
- Un Neón
- ¿En qué calle lo dejaste?
- No sé cómo se llama, solo sé que es la paralela a donde me encontraron.
- ¿Qué traes en tu coche?
- Nada, solo la herramienta para cambiar llantas, unos lentes y los papeles del coche, la tarjeta de circulación y eso.
- ¿No traes nada más? ¿Drogas?
- No solo herramienta y mis lentes y mi paraguas.
- Pero tranquilízate, no te va a pasar nada.
- Pero estoy nervioso, soy muy nervioso y no me dejan ni levantarme – Siento que ha pasado ya mucho tiempo como para que hubiéramos llegado a dónde estaba mi auto. – Además ya pasó mucho tiempo desde que arrancamos, ya debíamos haber llegado.
- Es que hay mucho tráfico, tomamos otra ruta por Legaria.
- Pero ¿qué me van a hacer?
- Tu coopera. ¿De donde venías?
- De casa de mi novia?
- ¿De qué color es tu coche?
- Rojo
- ¿Qué traes en tu coche?
- Ya les dije, solo herramienta y unos lentes. ¿Cuánto va a tardar? Los que me llamaron ya deben de estar preocupados y yo estoy nervioso.
- No te va a pasar nada. ¿Por qué estás nervioso?
- Por qué no sé que me están haciendo ni a donde me llevan.
- Vamos donde está tu coche.
- Pero ya llevamos mucho. – Trato de levantar otra vez la cabeza.
- ¡No, no!. Agáchate. Tú solo coopera.
En eso se para la camioneta y me siguen presionando la nuca para que no levante la cabeza. Se oyen ruidos y abren la puerta. Empiezan a hablar en código y luego me dice uno de afuera.
- Dame tu mochila, la vamos a revisar. – Me quitan la mochila y la abren nuevamente - ¿Qué traes aquí?
- Mi computadora – Pasan un par de minutos. Por fin me permiten levantarme.
- Ok, revisa tu mochila si está todo, por que no queremos reclamaciones después. – La reviso rápidamente y compruebo que lo esencial está ahí. - ¿Está todo?
- Sí, está todo.
- ¿Seguro? No queremos reclamaciones después.
- Si, está todo – Hago como que la vuelvo a revisar.
- Bueno, ya puedes irte – No reconozco la calle dónde estoy.
- Ok – volteo para ver si reconozco algo - ¿Dónde queda el metro para tomar un pesero?
- Para allá… o para allá queda el periférico. - Aquí fue dónde me dejaron.
- Ok, gracias – Comienzo a alejarme.
Tenía ganas de correr, pero pensé que eso levantaría sospechas, así que solo seguí caminando en sentido contrario a donde estaban los policías. Cuando me alejé lo suficiente voltee y ya nos vi. Saqué mi celular y estaba apagado. Lo prendí y tenía 4 llamadas perdidas.

Llamé al último que tenía, que era mi hermano y me dijo que me habían estado marcando pero que no entraba la llamada. Me dijo que mejor me fuera a casa de Erika y que ya mañana pasaban por mí. Llegué nuevamente a Ingeniero Militares, pero del otro lado de Río San Joaquín y tomé el primer taxi que pasó.

Me llevó a Polanco y ya con Erika llamé a mi casa para contarles lo sucedido y me prepararon un té para el susto. La experiencia del cateo y el recorrido en el piso de la camioneta había durado poco más de 15 minutos.

El Final
Ya el domingo seguía con el temor de que los policías le hubieran hecho algo a mi auto. Pensaba llamar a mi mecánico para que fuera por él, pero gracias al servicio de grúa de Erika podía llevar mi auto hasta mi casa, o más bien al mecánico que me arreglaría mi auto cerca de mi casa.

Llegamos a donde estaba mi coche y para mi tranquilidad, seguía ahí sin ningún contratiempo (fuera del problema original que me llevó a dejarlo ahí). Llamamos a la grúa y en menos de 1 hora ya había llegado y rápidamente subió el auto a la plataforma y en menos de 20 minutos llegamos a donde está el taller mecánico.

Por fin la odisea del sábado había terminado... ya solo falta arreglarlo para respirar tranquilo otra vez.

Comentarios

Anónimo dijo…
Lo mas importante es que no te paso nada a ti. :***

E.
mlkvn dijo…
:(

Me asustó tu relato. Haz un plan con tu familia y pónganse de acuerdo por posibles estafas; Tienen tu nombre completo y placas y no. de celular...
Fari dijo…
Se me pone la piel chinita de saber que estas cosas le pasen a cualquiera y peor si es gente que conozco y quiero. Cuídate mucho y como dice Isa, haz un plan alterno, uno nunca sabe qué se trae entre manos esa gente. Aunque seas negro te quiero y no quiero que te pase nada. Un abrazo muy fuerte que espero reconforte un poquito.
Tony Zorro dijo…
Que mal pedo lo que te ocurrió. La verdad, también me dió miedo leer tu relato. Pues no me queda más que decirte que tú y tu familia estén prevenidos. Es una vergüenza que en estas épocas, ya no sabe uno de quien cuidarse, entre los delincuentes y los que se suponen deben protegernos. Un abrazo y que quede todo solo como un amala experiencia.
Julie dijo…
Lo mejor es que estás bien. Un saludo y que quede sólo como la mala experiencia que fue.
Héctor dijo…
Nigger, me da chingo de gusto que no te pasó nada...la neta sí está bien cabrón lo que está pasando en el país y eso que no vives aquí en el norte, aquí lo que te pasó es pan de todos los días. Lo único que sí voy a decir es que NO MAMES esta no es la primera vez que casi te carga la chingada por negligencia mecánica y si te arriesgas a manejar en la Cd de México con la caja dañada y posiblemente una flecha también esa es NEGLIGENCIA.
Nigger dijo…
E: Sí, eso es lo más importante. Solo quedó en un susto.

mlkvn: A menos que tengan una memoria fotográfica, no tomaron mis datos. De mi auto, me late que ni lo encontraron y solo dieron vueltas a lo idiota.

Fari: Gracias por los buenos deseos y el abrazo. Afortunadamente solo quedó en un susto.

Tony y Julie: Así fue, solo fue una mala experiencia.

Scooby: Sí, ya sé que soy un desidoso en eso de arreglar mi coche, pero espero que ahora sí sea la última vez que me pasa eso.

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