It’s not personal, is business


La frase que quedó inmortalizada en la primera parte de El Padrino es más que real. En el mundo de los negocios es una frase que parece justificar todos y cada uno de los movimientos “desalmados” de toma de empresas, adquisiciones hostiles y “golpes por la espalda” que repercuten en ingresos para unos y pérdidas para otros.

Sin embargo, no solo en cuestiones monetarias como tal se da estos casos. Claro, si es en el ámbito de los negocios, siempre tendrá que ver con el dinero, pero no necesariamente con un ganadores y perdedores de ese dinero, sino de manera indirecta.

Parte del trabajo de un consultor, cualquiera que sea el giro de la consultoría, tiene la responsabilidad de generar la confianza de su cliente a través de decir las cosas tal y como son, por más duras que parezcan. Tal y como le gusta decir a un cliente de la firma donde trabajo: “si esa es la terca realidad, es la realidad”. En uno de mis primeros trabajos, el dueño quería alterar una información estadísticas para darle “por su lado” al cliente y entonces el argumento de mi jefe inmediato fue que estaba volviendo el trabajo como algo personal.

Aunque debiera ser sencillo tratar los asuntos de trabajo fuera del ámbito personal, es más complicado por las relaciones que se llevan durante las horas laborales. Al fina de cuentas, hay veces que uno pasa más tiempo en su trabajo que en cualquier otro lugar (sin contar con las horas de dormir y puede que aún contándolas) y eso invariablemente produce que uno tome las cosas de manera personal y no solo como negocio. Las relaciones con los compañeros de trabajo implica que uno comparta su tiempo más allá de sus horas de trabajo e incluso invada su vida familiar cuando la confianza es más grande.

La tendencia de los giros de pequeños empresarios casi siempre surgen de las relaciones personales y eso hace todavía más difícil separar cuando se habla de negocios que cuando se trata de asuntos personales. Cuando se discute, y se enoja uno, trata de herir al otro haciendo alusión a detalles personales, pero si uno es lo suficientemente inteligente sabrá separar estas dos cosas.

Para las mujeres esta separación de negocios y personal es todavía más difícil debido a su naturaleza, pero incluso, las que logran hacerlo, se vuelven taaan frías y calculadores en los negocios, que hasta se deben de tomar con reserva hacer negocios con ellas.

El punto es que aunque no estén concientes de esa regla, en los altos niveles sí se logra hacer esa diferencia y los que no están acostumbrados a esto se pueden sentir intimidados o incómodos al menos en situaciones en donde se hacen reclamos o acusaciones de ámbito profesional.

Hace unos años yo laboraba en una empresa dedicada al mercado de divisas. Mi labor era la de convencer a clientes potenciales para que invirtieran en divisas. Como antecedente, el mercado de divisas o forex es un mercado de riesgo puro donde uno puede perder todo su capital en cuestión de minutos si no sabe como operarlo. Por ese motivo, solo personas a las que literalmente les sobra el dinero solo lo que invierten. Nuestro nicho de mercado se enfocaba a altos ejecutivos o al menos gerentes de grandes consorcios. Recuerdo que tenía una cartera de cómo 30 personas que estaban “a punto” de invertir y tenía que darles cierta información a manera de anzuelo para que vieran de lo que se estaban perdiendo.

Le marque a uno y le dije que el curce euro dólar estaba moviéndose mucho y que era momento de aprovechar, además de que había muchas probabilidades de que estuviera moviéndose más por las noticias que habría en la tarde. Aquí fue cuando entré en acción ya que, para variar, se mostró dubitativo a entrarle, comencé literalmente a gritarle que cómo era posible que dudara, que si era un imbécil o un miedoso, que no fuera un estúpido dejando pasar esa oportunidad y así, sin llegar a las palabras altisonantes, pero siempre diciéndole básicamente que era un güey si no entraba. Él solamente se reía y decía que no era por eso, que estaba esperando un depósito o que no estaba en su oficina y demás cosas.

A la par de sus excusas, me seguía preguntado sobre cómo iba la libra y el yen y que cómo habían estado la semana pasada y así, y entre más datos le daba, más lo insultaba diciéndoles todo lo que se había perdido. Lo más extraño de todo es que no me colgaba a pesar de todo. Entendía que era un negocio y que mi labor era convencerlo de invertir para que ganara más dinero, pero en ningún momento se sentía realmente agredido tomando los insultos como personales. Incluso días después le volví a marcar y se negaba, pero cuando por fin lo contacté se repitió el episodio y nuevamente no me colgaba. Fue extraño pero agradable a la vez eso de gritarle a alguien sin consecuencias.

Cuando las personas toman personales las situaciones laborales es cuando las cosas se ponen tensas realmente. Es cuando la maquinaria de una empresa empieza a dejar de funcionar al 100% y puede empezar la debacle. Las personas con mandos medios o superiores siempre tienen que estar al pendiente de cuando una situación se vuelve personal entre sus subordinados y tiene que tomar cartas en el asunto, porque si no, el tema puede afectar su área y a la empresa en general.

Lamentablemente esta regla no la aplica la mayoría de la gente, y sin querer ser misógino, esto se da mucho más entre las mujeres. Las consecuencias pueden ser variadas, desde cambios constantes de área, cambios de actividades con menor responsabilidad pero también menor remuneración e incluso en despidos. Por más que uno se pueda llevar bien y crea que la relación fuera de la oficina con alguien sea excelente, en el trabajo la situación es diferente y se debe uno cambiar el chip de tomar todo de manera no personal… ojalá todos lograran entender esto y lo aplicaran, sería más agradable trabajar así.

Nigger

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