Me caí de la banqueta



A lo largo de mi vida como conductor he tenido diferentes accidentes o choques. Curiosamente ninguno ha sido por exceso de velocidad, sino por descuidos estúpidos o circunstancias raras.

Uno de los más curiosos se dio una mañana de domingo, muy temprano en abril. Acabábamos de pasar una buena temporada de calor primaveral y durante la madrugada del domingo cayó una ligera llovizna, la primera lluvia en varios meses.

Yo no tenía auto propio y tenía que pedirle su auto a mi hermano mayor, un Tsuru negro. Le dije que usaría su coche y solo me balbuceó algo, así que tomé eso como un “ok” y me lo llevé. Al fin y al cabo regresaría antes de que se despertara y seguro ni vería que lo había usado.

Salí de mi casa y pasando lo que ahora es el centro comercial La Cúspide, comienza una bajada que termina en curva a la izquierda para continuar hacia la UVM Lomas Verdes. Esa curva no tiene peralte porque se junta con otra calle que viene de la zona de Praderas como se ve en el mapa aquí. El asunto era que eran como las 5:30 de la mañana y apenas estaba saliendo el sol y yo iba despacio.

Justamente iba despacio porque estaba el pavimento mojado (en ese entonces todavía no ponían el concreto que se ve ahora en la foto) y en la bajada comencé a frenar antes de la curva, pero justo el auto comenzó a patinar en dirección al lado contrario de la banqueta. Apenas iba como a 20 kph y como en cámara lenta, el coche se deslizó de lado. Pensaba que al chocar contra la banqueta rebotaría sin mayores daños (dado que iba muy despacio) y podría continuar mi camino, pero ¡oh sorpresa! El auto encajó justo en este sitio y acto seguido se inclinó hacia el barranco.

El coche quedó totalmente de lado por el barranco y tuve que salirme por la puerta del pasajero que quedaba medio volando. Inmediatamente me dirigí a casa de un amigo que vivía ahí cerca esperando encontrar en el camino algún teléfono público (en ese entonces no era común tener celular) para avisar en mi casa. No encontré ninguno y llegué a casa de mi amigo y le pedí que me llevara de vuelta y fuera después a avisar a mi casa del accidente.

Mientras me llevaba al lugar del accidente, me preguntó que qué había pasado a lo que yo solo atiné a decirle “es que me caí de la banqueta”. Lo cual era correcto, pero era difícil de comprender si no veías el auto. Se quedó con cara de “este cuate está loco”.

Llegando nuevamente al lugar del accidente, con la advertencia de lo resbaloso del piso, se detuvo un poco más adelante y me dejó y fue a mi casa a avisar y comprobó que sí, me había caído de la banqueta porque no había banqueta ahí. Para ese momento ya habían llegado dos patrullas que estaba estacionadas atrás del coche de mi hermano volteado, como haciendo barrera hacia el precipicio que se aprecia en la foto. Les di los pormenores del accidente y que iba solo y que estaba bien y todo lo demás cuando llegaron mis papás, mi hermano y mi amigo.

Estábamos hablando al seguro cuando un tsuru rojo llegó y se deslizó en la misma curva y choco a las dos patrullas que estaban estacionadas ahí. Los policías que estaban platicando entre ellos casi son arrollados por el coche que conducía un señor con su hija. De no haber estado las patrullas ahí, ese auto sí se hubiera ido al precipicio. Casi en seguida (no había pasado ni un minuto), otro auto al comenzar a deslizarse en la misma curva aplicó el freno y dio un trompo quedando totalmente parado a lado de las patrullas y el tsuru rojo y en cuanto vio a la policía se volvió a arrancar para irse.

En ese momento los policías comenzaron a poner conos a manera de precaución a los que iban pasando por ahí. Lo bueno es que mis papás y hermano vieron esos percances y comprendieron que no iba a exceso de velocidad como temían. Incluso se notaban las manchas de aceite en el pavimento mojado. Y siguió lloviznando durante todo momento.

Y como cereza del pastel, cuando llegó el ajustador, justamente en la misma curva, se trompeó y al querer acelerar, terminó chocando al lado contrario de la banqueta donde yo estaba. Se bajó de su auto y dijo luego, luego: “bueno, creo que ya sé qué paso, y sí, es un accidente y lo cubre el seguro”.

Finalmente llegó una grúa que tuvo que empujar el auto un poco al barranco para poder sacarlo mejor, pero si daño bastante la suspensión. Hasta ese momento, realmente al coche no le había pasado nada más que un pequeño golpe en la defensa y ya, pero con la grúa se daño más y pasó tres semanas en el taller.

Obvio, mi hermano no me quería ni hablar en ese tiempo, ni mi futura cuñada, porque se quedaron sin auto todo es tiempo. Pero ni modo. Ese ha sido el accidente más peculiar que he tenido hasta el día de hoy.

Nigger

Comentarios

jajaja, vaya aventura de domingo y luego dice que a quien madruga Dios le ayuda.
Anónimo dijo…
Como dices, lo mejor es que vieron lo que pasó y pudieron entender que no fue tu culpa.

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