Juntas


Cuando oigo comentarios acerca de juntas en los trabajos, casi todos se expresan de ellas como si fueran innecesarias, aburridas y que solo sirven para perder el tiempo en puras buenas intenciones.

En mi caso, por la naturaleza de mi trabajo, casi la mitad del tiempo me la paso en juntas, ya sea en la oficina con mis jefes y colegas o con los clientes, pero a diferencia de la gran mayoría, yo sí disfruto mucho de las juntas.

Quizá se deba, repito, a la naturaleza de mi trabajo, que al ser de consultoría, se tienen que discutir todos los aspectos de un objetivo determinado, ya sea fijando nuevas estrategias para desarrollar un proyecto, nuevas ideas de forma de trabajo interno, análisis de documentos gubernamentales y sus implicaciones o cualquier otra cosa que requiera discutir o argumentar.

Sin embargo, creo que la mayoría de los que se quejan asisten a juntas en las que normalmente son solo oidores. Alguien más hace una presentación o dirige la reunión nada más para informar y esa inactividad, o pasividad más bien, es la que las vuelve aburridas y por lo que todos se quejan.

Pero la molestia por las juntas de este estilo pueden tener dos motivos principales. 1) Si el contenido de la junta les es indiferente, entonces la molestia es causada por el tiempo perdido y 2) si el contenido de la junta les afecta o tiene que ver con los procesos en los que están involucrados. Ahí la molestia viene principalmente porque uno siempre tiene una opinión de cómo deberían hacerse las cosas y puede que incluso se incremente dicha molestias si lo expuesto es contrario a lo que uno ya hace o hizo.

Es indudable que en ambos casos, el hecho de no poder hacer una replica directa (a veces hay que esperar turnos para poder decir algo) es lo que vuelve terriblemente aburridas esas juntas y no como en los primeros casos que mencioné. Es obvio que yo no veo de la misma forma la mayoría de las juntas porque en las que asisto normalmente sí doy mi opinión y cuenta, pero también me han tocado de esas aburridas.

Una de las cosas que he aprendido en las juntas de trabajo es: la pregunta más tonta es la que no se hace. Aún cuando uno tenga miedo a parecer un neófito en lo que se está discutiendo, siempre va a ser mejor que le aclaren a uno de lo que se está tratando de decir o explicar en lugar de estar adivinando al final qué fue lo que se quiso decir.

Sé que es dificil romper muchas veces el status quo de las juntas a las que uno asiste, pero creo que el buscar ser más poractivos en las juntas y dar nuestra opinión, por mas contraria a lo que se está diciendo, siempre resultará en mejores resultados de las juntas y evidentemente, que no sean tan aburridas.

Nigger

Comentarios

Anónimo dijo…
Yo no llegaría a decir que las disfruto, pero tampoco me molestan, entiendo que son necesarias.

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