¿71 años “malos” del PRI?


Aún cuando este post pudiera parecer a favor del PRI, no lo es. Es solo para poner en contexto el argumento que se ha estado utilizando a últimas fechas sobre los 71 años en el poder del PRI, osea, desde 1929 hasta 2000 y que todos se acuerdan de las cosas malas del PRI y que era más malo que la leche de cabra echada a perder.

Vayamos por partes. El PRI nació en 1928 como estructura política bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR). Lo creo el entonces presidente Plutarco Elías Calles y lo puso en funcionamiento con el objeto de llevar internamente las disputas entre los aspirantes al poder. Como todos ellos eran “revolucionarios” pues nadie se imaginaba estar fuera del partido. De hecho, la estructura de poder se podría decir que “continuó” con el PNR lo que había iniciado Álvaro Obregón en 1920. Su incursión oficial como partido fue en 1929, de ahí sus 71 años.

Plutarco tuvo el poder durante 10 años a través de este partido imponiendo a sus allegados como presidentes: Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) y Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940). A raíz del rompimiento de Cárdenas con Calles se transformó en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Fue a partir de ahí que surgieron pequeños partidos políticos con el único fin de poner “alternativas” al PRM en las elecciones, incluyendo al PAN que se formó por esas fechas. Luego entonces, siguió la hegemonía del partido en el poder hasta que en 1946 cambió de nombre por el PRI con el cambio de poder de Manual Ávila Camacho (1940-1946) a Miguel Alemán Valdés (1946-1952).

Aquí es donde empezó una tendencia de percepción popular sobre los gobiernos priistas, donde se decía que se alternaban uno bueno y uno malo, siendo el de Miguel Alemán uno bueno. Incluso se decía que el Cárdenas fue bueno y el de Ávila Camacho uno malo. Le siguió Adolfo Ruíz Cortines (1952-1958) malo, Adolfo López Mateos (1958-1964) bueno, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) malo y Luis Echeverría (1970-1976) que debió ser bueno, pero según muchos fue malo.

Todo esto que he escrito hasta ahora es historia que se encuentra documentada y/o de percepción de la gente que lo vivió. A mí no me tocó vivir todo esto, por qué yo tomé conciencia política hasta finales del mandato de López Portillo, así que lo que viene a continuación no me lo “contaron”. LO VIVÍ.

Entró López Portillo a la presidencia en 1976 hasta 1982. En ese lapso, la gente de verdad esperaba un cambio positivo respecto a lo de Luis Echeverría. Echeverría había logrado muchas obras públicas, como los ejes viales en el DF, red de carreteras, puertos y aeropuertos y además, fue cuando se le permitió el voto a los jóvenes a partir de los 18 años. Su gobierno fue el que aumentó la burocracia pasando de 600 mil funcionarios públicos a 2.2 millones y se volvió difícil el lograr que la iniciativa privada tuviera mas participación por el aumento de la burocracia. Con López Portillo se esperaba una simplificación de todo esto y el aumento del progreso que se había iniciado.

Siendo como éramos, una nación tercermundista, el progreso significaba que empezarían a surgir negocios nuevos de parte de particulares (algo habitual en nuestros días) y fue cuando surgió el hallazgo de grandes reservas de petróleo que nos daban la posibilidad de contar con los recursos para el progreso. Recuerdo las alzas en nuestra pequeña bolsa de valores que entusiasmaron a todo el mundo.

Se vino la inflación y la devaluación del peso que el presidente había prometido defender, pero fue imposible. Recuerdo que más que descontento con el presidente, había una decepción por no haber sabido aprovechar las ventajas que dieron durante su gobierno. Además se vino la nacionalización de la banca que fue como un gancho al hígado a la inversión privada. Vinieron las elecciones de 1982 y ya la oposición pintaba fuerte, pero no al grado de ganarle al PRI. En ese entonces ya sonaba mucho la figura de Clouthier, del PAN.

Miguel de la Madrid ganó las elecciones (1982-1988) y su designación causó desacuerdo entre muchos priistas; entre ellos, Cuauhtémoc Cárdenas y Porifirio Muñoz Ledo, quienes en 1987 se salieron del partido justo antes de la contienda electoral de 1988. Según ellos, el PRI se había alejado de sus ideales políticos. Cárdenas se postuló como candidato por el PARM y se le empezaron a sumar el resto de los partidos de izquierda, como el PPS y el PFCRN, incluso se les unieron el Partido Verde, el Social Demócrata, Movimiento al Socialismo, PSUM, Partido Mexicano de los Trabajadores y Partido Revolucionario de los Trabajadores. Todos ellos formaron una alianza que llegó a ser el Frente Democrático Nacional.

Por parte del PAN, Manuel J. Clouthier se postuló como candidato presidencial y por el PRT se postuló Rosario Ibarra de Piedra. El PRI nombró como candidato a Carlos Salinas de Gortari. Salinas de Gortari “ganó” las elecciones presidenciales en lo que se ha convertido en el mayor fraude electoral de la historia moderna de México. Una supuesta “caída” del sistema electoral de ese entonces dio pie a muchos dimes y diretes sobre la legitimidad de Salinas al grado que los tres candidatos de oposición protestaron en Gobernación dejando de lado sus diferencias. En ese entonces las elecciones las organizaba precisamente la Secretaría de Gobernación y el secretario era Manuel Bartlett (hoy en el equipo de López Obrador).

La caída consistió en lo siguiente: Cuando se llevaba computado alrededor del 50% de las casillas, Cárdenas llevaba una ventaja de 46% contra 32% de Salinas. Durante un par de horas no hubo sistema y cuando regresaron los datos, Salinas llevaba un 50% contra un 30% de Cárdenas. Cárdenas ya se había proclamado ganador con la tendencia anterior pero nada pudo hacer por cambiar el resultado final, a todas luces, fraudulento.

Quiero aclarar que hasta esta elección, nadie jamás mencionó algunas vez que hubiera habido fraude en otras elecciones. Más bien se inducía al voto con las famosas despensas y las amenazas de despido si no se votaba por el PRI. Las elecciones de 1988 fueron el primer síntoma de la población de que ya no les gustaba las últimas acciones del gobierno, en especial de López Portillo y De la Madrid. La gente le dio su voto de castigo al PRI por esos dos mandatos, no por los “59 años” que ya tenían en el poder. Jamás se cuestionaron la forma de gobernar de los mandatos anteriores (como lo hacen ahora).

A raíz de este evidente descontento de la población, en 1990 nació el Instituto Federal Electoral como órgano constitucional autónomo, tal como lo son los tres poderes de la unión. Desde entonces su tarea ha sido la de coordinar y organizar las elecciones federales para presidente, diputados y senadores. De ella se derivan los institutos electores estatales que también se supone que son autónomos.

El gobierno de Salinas fue de menos a más. De ser una nación tercermundista se modernizaron las instituciones y los esquemas económicos (Salinas no era propiamente dicho un político, sino un tecnócrata) y sirvió para regresarle a la gente su fe en el gobierno. Todos estaban contentos con la forma en que llevó Salinas al país hasta dejarlo en el umbral del primer mundo, saltándose a las economías emergentes. La inversión privada prosperó como nunca antes y el progreso se veía en todos lados. Dejamos de ser un país de pura mano de obra barata a ser un país de manufactura con plantas de producción y ensamble de las principales empresas transnacionales. Por ejemplo, antes de Salinas en México ya solo quedaban 6 marcas de autos en el país: Chevrolet, Ford, Chrysler, Datsun, General Motors y Volkswagen, y cuando salió, había más del triple (hoy somos el país con más marcas de autos en el mundo). Recuerdo perfectamente que para 1992-1993, justo cuando iba a entrar a la universidad, todos hablaban de un futuro próspero y de cómo habíamos llegado a primer mundo. Llegó 1994 y las elecciones con 6 candidatos, los tres partidos fuertes eran el PRI, PAN y el recién creado PRD con Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas como sus candidatos respectivamente.

Zedillo había heredado la candidatura después del asesinato de Colosio, quien tenía una tendencia política similar a la de Cárdenas y Muñoz Ledo pero sin haberse salido del PRI. Zedillo no era propiamente dicho el “hombre” de Salinas pero aún así quedó nombrado. Aquí fue donde Camacho Solís se sintió relegado y terminó enfrentado con el PRI (ahora también forma parte del PRD).

Ernesto Zedillo ganó indiscutiblemente las elecciones de ese año y todos empezamos a ver que sería difícil hacer un mal gobierno con la formación económica que tenía Zedillo. Las inversiones y movimientos económicos estaban a la orden del día porque teníamos estabilidad y sobre todo, prosperidad. Algo que no teníamos los mexicanos desde que yo recordaba y lo decían personas que habían vivido todos los sexenios priistas.

Ernesto Zedillo (1994-2000) entró y vio una bomba de tiempo en las finanzas públicas dejada por la administración de Salinas de Gortari y decidió detonarla antes de tiempo. A menos de un mes de entrar en funciones, se vino la devaluación del peso de $3.50 hasta $8.00 pesos por dólar. Los ojos de todo el mundo se posaron en Salinas como el responsable, ya que era imposible que Zedillo hubiera desechos en ese tiempo las finanzas públicas. Claro que Salinas se cansó de llamara a esa devaluación el “error de diciembre” achacándoselo a Zedillo.

Nadie dudaba, cuando Salinas salió que sería el mejor presidente que había tenido México en toda su historia, incluyendo en la lista a Francisco I. Madero, Benito Juárez y Lázaro Cárdenas. Así como lo leen, Carlos Salinas de Gortari era “el mejor” que habíamos tenido. Yo creo que incluso si hubiera habido reelección en ese momento, ganaba por mucho otro periodo al frente.

Pero fue hasta que Zedillo destapó la realidad de las bases sobre las que dejó Salinas la economía que la percepción cambió radicalmente. Ahora Salinas era el peor presidente que había tenido México, incluyendo a Porfirio Díaz, López de Santa Anna y Victoriano Huerta. Zedillo tuvo un gobierno de restauración económica y social. Logró darle las bases a México de una macroeconomía sólida y revirtió en relativo poco tiempo las pérdidas que se tuvieron al iniciar la crisis de 1995. Pero el resentimiento de la gente, sobre todo la que fue más afectada por la crisis (que obviamente tenían deudas o préstamos en dólares) no olvidaron ese incidente y se lo achacaron al PRI como estructura de gobierno.

Zedillo tenía ahora el reto de las elecciones. El modelo de ejecución del IFE ya para ese momento era tan transparente, seguro y moderno que en muchos países se tomó como modelo a seguir. Zedillo tuvo su problema de nombrar al siguiente candidato para el PRI, quedando Francisco Labastida como el “bueno” en detrimento de Roberto Madrazo. Por el lado del PRD siguió Cárdenas como el candidato eterno y por el PAN surgió Vicente Fox. Fox aprovechó el malestar de la población sobre el resultado final del mandato de Salinas con la crisis de 1995 y obtuvo el voto de castigo de la gente al PRI y así ganó las elecciones. Zedillo sabía perfectamente que el PRI no repetiría y por primera vez se daría la alternancia… después de 80 años de una continuidad, si tomamos en cuenta que desde Álvaro Obregón, el sistema político de sucesión ha sido el mismo, aunque al principio, sin partidos de por medio. Pero no se confundan. Fue por la crisis de 1995 que la gente dejó de votar por el PRI, no por los 71 u 80 años que llevaba en el poder.

Vicente Fox (2000-2006) quiso cambiar la forma de gobernar del sistema anterior quitándole presidencialismo al líder del poder ejecutivo (se oye rimbombante, pero fue para no sonar redundante, jojojo). Quiso arreglar todos los conflictos mediante diálogo y no le funcionó. Durante su presidencia parecía que seguía en campaña y no logró hacer casi nada de lo que prometió. Claro que tampoco tuvo al congreso de su lado, al que le dio todavía más poder del que ya tenía. Incluso no contó con el apoyo de su propio partido, quienes solo estaban interesados en obtener el mayor beneficio propio.

Surgió entonces la figura de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ya había perdido las elecciones a gobernador de Tabasco frente a Roberto Madrazo. AMLO también surgió de las filas del PRI y se salió porque no le dieron la candidatura en su estado en esas elecciones. Terminó donde todos los priistas resentidos llegaban, en el PRD. Durante el sexenio de Fox, AMLO gobernó el Distrito Federal y fue en ese periodo que los casos de secuestros, asaltos e inseguridad se detonaron como nunca antes. De ahí se derivó la mayor marcha de todas las que ha habido en la historia de México: La marcha por la Inseguridad en contra de la inacción de AMLO en esa materia y que el mismo AMLO se cansó de minimizar.

Dado que la ideología de llevar el gobierno del DF con el federal eran contrarias, AMLO y Fox tuvieron sus diferencias y cuando AMLO se postuló como candidato a la presidencia enfocó su estrategia en ataques al gobierno de Fox y a la persona de Fox. Se vinieron las últimas elecciones y el PRI, en franca debacle políticas hizo elecciones internas en las que se atacaron Roberto Madrazo y un grupo de políticos en contra de Roberto Madrazo, donde destacó la figura de Arturo Montiel, que al final perdió la candidatura. El PAN también tuvo su luchita interna y surgió un candidato gris y sin fuerza: Felipe Calderón. AMLO lucía como el más fuerte y el mejor posicionado de los tres candidatos y se sintió tan seguro que siguió con sus ataques cada vez más despectivos al presiente. Tanto así que la gente comenzó a ver un peligro en su llegada al poder.

Yo no recuerdo nunca antes haber oído a más de uno decir que si ganaba AMLO las elecciones se iba del país. El IFE se preparó para las elecciones y nunca había funcionado mejor el órgano electoral justo cuando en esas elecciones se demostró que la elección había sido limpia y un claro reflejo el verdadero sentir de los electores. Pero eso no le bastó a AMLO que puso tan en tela de juicio (con un argumento contradictorios, por cierto – en un momento lo aclaro) que los partidos políticos vieron la oportunidad de inmiscuirse y obligaron a la renuncia de los responsables y pusieron gente partidista al frente, quitándole la verdadera autonomía que tenía el IFE. De ahí que el IFE ahora es cuestionado y ninguneado y todo gracias a que un candidato - AMLO – no respetó el resultado.

El resquebrajamiento provocado por AMLO hacia el IFE ha sido el más grave daño que hizo después de perder las elecciones. Y en el párrafo anterior dije que había sido contradictorio por una sencilla razón: En su campaña electoral se la pasó diciendo que Vicente Fox era un tonto (cosa que muchos estaremos de acuerdo) y que no servía para nada y demás ataques, pero inmediatamente después le achaca el fraude precisamente a Fox. Entonces ¿es Fox tan tonto, pero pudo organizar un fraude que nadie pudo comprobar? O ¿en realidad no era tan tonto? Eso, simple y llanamente es incongruente, como muchas de las cosas que dice AMLO.

Ahora se viene una elección más y los argumentos se salen de contexto. La gente no está harta de los 71 años del PRI ni los 12 años del PAN. Todos los partidos: PRI, PAN, PRD, Partido Verde, Nueva Alianza, Convergencia y PT han demostrado que son corruptos, que cuentan en sus filas con gente que solo busca su beneficio propio en lugar del común, que tiene incongruencias en su forma de pensar y que se la pasa prometiéndonos cosas que no podrán cumplir.

Entonces viene la elección por la opción que nos represente menos males a nuestro México, cada quien desde su propia perspectiva. Habrá quienes piensan que el cambio a la tercera potencia partidista, o sea el PRD, es la mejor. Hay quienes creen que la continuación de las políticas actuales ahora en forma de mujer son las mejores y quienes piensen que la opción del PRI es mejor porque ya sabemos qué esperar y de pueden rescatar las cosas positivas que aún tenemos. Pero tomando en cuenta que no es la perpetuación de los 71 años anteriores del PRI. ¡Ah! Y está la cuarta opción de un partido que se ha aliado con las últimas tres administraciones y que ahora va solo como Nueva Alianza.

Yo en lo personal pienso que la peor opción es Andrés Manuel López Obrador. Sus ideas de reforma políticas no concuerdan con la realidad ni lo óptimo desde mi punto de vista y sigue siendo populista. La opción del PAN nunca me ha convencido y esta ocasión, con Josefina Vázquez Mota no es la excepción. Ahora solo me quedan tres opciones: Enrique Peña Nieto, Gabriel Quadri o anular mi voto. Todavía ando ponderando las opciones pero creo que dentro de poco la tendré bien definida.

¿Ustedes ya saben por quién van a votar?

Nigger

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