22 de febrero a media asta

El domingo pasado, 22 de febrero, la bandera nacional se encontraba a media asta. La verdad es que yo no sabía el motivo de que estuviera así y me puse a investigar, resultando que el 22 de febrero es el aniversario luctuoso del presidente Francisco I. Madero.

10 días antes de su muerte, comenzó la desetabilización de su mandato con la liberación de 2 golpistas militares y la toma de la ciudadela. A esos 10 días se les llamó la "decena trágica". Ésta culminó cuando mataron a Madero y Pino Suárez después de obligarlos a firmar sus respectivas renuncias.

Aquí transcribo el texto oficial de parte del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México:

"Orgulloso por las victorias obtenidas en el terreno de la democracia, más que por las alcanzadas en los campos de batalla, Francisco I. Madero asumió la presidencia el 6 de noviembre de 1911.

Para muchos, Madero era el “Apóstol de la Democracia”, pues había dedicado su vida política a combatir el poder absoluto y a promover la democracia y la libertad, entendida como “ausencia de coerción y como igualdad ante la ley”.

Durante sus escasos 15 meses en el Poder Ejecutivo gobernó respetando la Constitución de 1857. Confió en que “la vida pública mexicana mostrara madurez democrática y usara responsablemente la libertad”. Político inexperto, se le ha criticado por aceptar la permanencia del ejército porfirista y la disolución de sus propias fuerzas; también se le reprocha no haber satisfecho inmediatamente las demandas de Emiliano Zapata y los campesinos que lo seguían. El caudillo suriano había confiado en que lo ofrecido en el Plan de San Luis sobre la restitución de tierras sería de inmediata resolución, pero Madero pretendía resolver los problemas conforme a la ley; además, por su cepa liberal, no concebía la propiedad comunal de la tierra. Pero, el presidente revolucionario no sólo enfrentó la oposición de Zapata, sino que padeció otras tres rebeliones: las de Bernardo Reyes, Pascual Orozco y Félix Díaz.

En efecto, en noviembre de 1911, Bernardo Reyes inició su frustrado alzamiento, que no encontró eco entre la gente y terminó a los pocos días. La respuesta de Francisco I. Madero fue confinar a Reyes en la prisión de Santiago Tlatelolco. En marzo de 1912 estalló en Chihuahua el movimiento de Pascual Orozco, revuelta que alcanzó un apoyo popular considerable en el norte del país. Después de severas derrotas del ejército constituido, que incluso provocaron el suicidio de un destacado general, para combatir a los “colorados” orozquistas se designó a Victoriano Huerta, quien paralelamente se dedicó a reorganizar y a fortalecer al Ejército Federal, vencido por los maderistas a mediados de 1911. Por último, en octubre de 1912 tuvo lugar la insurrección de Félix Díaz, quien pretendía –según sus palabras– “reivindicar el honor del ejército pisoteado por Madero”. A los pocos días de este movimiento, Díaz fue confinado en la penitenciaría de Lecumberri.

A pesar de haber superado estos escollos, Madero se encontraba aislado políticamente, sin un claro respaldo partidista, en un clima político poco institucional y todavía muy afecto a los “hombres fuertes”. La oposición había inculcado, en buena parte de la opinión pública, la desconfianza y el recelo contra él: “no cumple sus promesas”, “no reparte las tierras”. Un grupo de políticos desplazados del poder, nostálgicos del autoritarismo, incitó lo que se conoce como la Decena Trágica, que comenzó la madrugada del 9 de febrero de 1913, cuando el general Mondragón partió de Tacubaya para liberar a Félix Díaz y Bernardo Reyes, mientras que los aspirantes del Colegio Militar involucrados en el cuartelazo tomaron Palacio Nacional, aunque inmediatamente el general Lauro Villar lo recuperó. Poco después éste fue herido y en la refriega subsecuente cayó muerto Bernardo Reyes.

Ante su fracaso en el Palacio Nacional, los rebeldes se apoderaron de la Ciudadela, con parque suficiente para resistir largo tiempo.

Madero tuvo que nombrar al general Victoriano Huerta como comandante de la plaza, en sustitución de Villar. Para este entonces ya había más de 500 muertos y heridos. A la emergencia militar se sumó la crisis política, cuando un grupo de senadores pidió la renuncia del presidente.

El 18 de febrero fueron aprehendidos el presidente, el vicepresidente y sus ministros. Huerta, que había participado en la traición, comunicó los hechos al embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson. Ambos, junto con Félix Díaz, firmaron el llamado Pacto de la Embajada –o de la Ciudadela–, por el cual se desconoció a Madero como jefe del Ejecutivo. Al día siguiente, Madero y Pino Suárez fueron obligados a renunciar, quedando presos en la intendencia de Palacio Nacional. El 22 por la noche los llevaron rumbo a la penitenciaría, donde se les ultimó a traición.

Para algunos, Madero fue un político ingenuo; para otros fue un mártir. Al margen de la brevedad de su gobierno, su legado es enorme y de gran significación para la historia de México.
Día de luto y solemne para toda la Nación. La Bandera deberá izarse a media asta."


Sin duda la historia de México se ha caracterizado por las traiciones y los intereses particulares de cada individuo. Lo que es un hecho es que para el poco tiempo que duró su presidencia y su participación en la historia, Francisco I. Madero fue un elemento crítico para la historia de nuestro país en su época revolucionaria y post-revolucionaria.

Nigger

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